martes, 2 de noviembre de 2010

Me dejaste caer..

Me viste tropezar y ¿qué hiciste? Nada! Sólo te plantaste en frente mío y me miraste con ojos que irradiaban felicidad, sin embargo si los examinabas cautelosamente te darías cuenta de que eso era sólo una ilusión, parte de alguna jugarreta tuya.

Tu felicidad falsa me provocó sentimientos encontrados, no sabía si sentirme mal o si preguntarte por qué diablos la fingías. Por otra parte, me alegró ya que pude ver que tu burbuja de perfección se rompía y que en realidad no existía.

Fue impresionante la forma en que me miraste, no sabías qué hacer, si ayudarme o huir a toda prisa de allí para así romper la conexión tan fuerte entre nuestras miradas, pero te quedaste justo ahí sin hacer nada, totalmente inmóvil.

Las lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro de manera sutil y me miraste con cara de ternura, ¿por qué no me hablabas? ¿Qué te lo impedía? Yo lo intenté, pero mis cuerdas vocales estaban destrozadas a causa del dolor que invadía mi cuerpo y corazón.

Te acercaste unos pocos pasos y pude ver más de cerca el vacío de tu alma, esa falta de humanismo y un exceso de ego y pude comprender tu forma de ser, aunque conservaba una vana esperanza de que cambiaras, de que no fueras ese ser desalmado plantado justo delante de mi.

Te seguiste acercando y cuando al fin tu rostro y el mío estuvieron a escasos centímetros de un mágico roce, te fuiste dejando ahí una parte de tí que a lo mejor algún día te hará falta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario