Faltaban pocos minutos para que Mary
diera su último respiro, Jean la tenía en sus brazos y le suplicaba desesperado
que resistiera. El sonido de sirenas y el altoparlante lo esperanzaban un poco,
ciertamente jamás imaginó que algo así sucedería…
Jean y Mary eran muy buenos
amigos, más que eso eran inseparables, siempre tuvieron una excelente química,
tanta que de hecho desde el primer día sus amigos les advertían que algo
pasaría; y no fue hasta cinco años después que vino a surgir algún sentimiento
de más que amistad. El mayor problema es que ninguno de los dos nunca dijo algo
concreto de qué era exactamente lo que pasaba, y es que al parecer ni ellos
mismos lo sabían bien.
Mary comenzó a frecuentar nuevos amigos,
a Luis más que a nadie, cosa que a Jean no le hacía la menor gracia, pero se
dedicaba a demostrar todo lo contrario, hasta que los celos lo traicionaron y
empezó a discutir con Mary por cualquier cosa, tantas fueron las peleas que dejaron
de hablarse por un tiempo. Morían por arreglar las cosas, se encontraban con
frecuencia y en los ojos se les veía el deseo de acabar con la estúpida
discusión, pero su orgullo era mayor que cualquier sentimiento.
Jean decidió poner fin a esa
situación luego de un mes y medio y buscar a Mary, ella estaba en casa de una
amiga ese día, llegó y le pidió unos minutos de su tiempo, ella accedió. Fueron
a hablar al jardín, donde él se disculpó y trató de arreglar las diferencias
que había entre ambos, pasado un rato Luis salió al jardín, Jean se molestó al
verlo allí y comenzó una nueva disputa. Mary ya harta del pleito tomó rumbo
hacia su casa que quedaba a unas cuantas esquinas. Jean le gritó que no quería
volver a verla, ella se volteó a responderle y al momento que lo hizo un auto
apareció de la nada y la golpeó, dejándola tirada en medio de la calle. Jean
corrió a buscarla mientras Luis llamaba una ambulancia.
Llegaron los paramédicos y se la
llevaron al hospital, pasó unas seis horas en la sala de urgencias, luego la
trasladaron a una habitación, estaba inconsciente, no los dejaron verla esa
noche. Ambos decidieron quedarse en el hospital para poder verla tan pronto
fuera posible. En la espera descubrieron que no eran tan diferentes y que los
dos adoraban con locura a Mary. Luis terminó por explicarle a Jean que sabía
que jamás tendría otro rol que el de amigo en la vida de ella, Jean se animó a
preguntar el porqué y éste respondió que se debía a que Mary lo amaba a él, que
desde el momento en que la había conocido se había percatado de que su corazón
ya tenía un nombre tatuado, pero que por sus celos desmedidos no había podido
comprobarlo anteriormente. El llanto no se hizo esperar, tampoco el
arrepentimiento de no haber sido claro desde un principio.
A la mañana siguiente, vieron la
cama vacía y preguntaron por Mary con angustia y desesperación, estaba en
urgencias otra vez, no estaba reaccionando positivamente al tratamiento y los
medicamentos, les pidieron que fueran a casa a descansar, Luis aceptó pero Jean
se quedó en el hospital. Luego de ocho horas entre cafés, sueños de cinco
minutos, cabeceos y noticieros Jean vio al médico salir de la sala, fue
corriendo a preguntar y justo la estaban trasladando de nuevo a su habitación.
Fue a verla y la encontró dormida, le tomó el brazo y le besó la muñeca, luego
plasmó sus labios en la frente y la bautizó con una lágrima, esto hizo que ella
se moviera un poco, él se sentó en la orilla de la cama a recordar todos los
momentos que habían pasado desde que se conocieron hasta ese día, luego se
acostó a su lado y pidió perdón por los malos ratos, le susurró al oído que la
amaba y se quedó dormido unos segundos, Mary al oír esas palabras abrió los
ojos por última vez, lo miró, sonrió y se dejó llevar. Jean despertó por el
ruido de la máquina, fue corriendo a buscar al médico, pero al volver ya era
tarde, al verla otra vez pudo apreciar que su amada Mary se fue sabiéndose amada
y con una sonrisa en el rostro…