No puedo soportarlo más, debo probar otra vez. Nunca había degustado un sabor tan exquisito. Cada célula de mi ser pide desesperada un poco más. Estoy distraído y no hago otra cosa que pensar en el día en que por accidente probé. Al tocar mis labios sentí como el mundo relucía de forma más bella, sentí como recorría todo mi cuerpo llenándome de una nueva energía. Deseaba seguir probando, pero sabía que si una gota más tocaba mis papilas gustativas ya no podría detenerme.
Llevo seis días pensando si hacerlo o no y cada vez la tentación es mayor y mi ansiedad me consume más rápidamente. Después de aquel día nada sabe igual, todo ha disminuido su nivel. Hasta el más rico manjar es incomparable.
Ya no aguanto, debo probar aunque sea un sorbo, uno corto. Me morderé suavemente la muñeca izquierda, para no hacer una herida profunda, daré dos buenos tragos y me detendré luego. El primero será delicioso, el segundo aún más y… un tercero no hará daño.
Días más tarde Joey es encontrado muerto en el balcón de su casa, desangrado, pero sin rastro alguno de sangre y con una mordida de algún animal de colmillos muy afilados en la muñeca izquierda.
huh!... tiene algo
ResponderEliminar