En un día de primavera buscaba yo alguna noticia o acontecimiento que hiciera vibrar mi corazón y así poder escribir algo hermoso sobre el mismo. Leí periódicos, visité museos y parques y aún así no encontraba nada que me motivara a plasmarlo mágicamente en un papel. Así pasaron semanas, yendo y viniendo de un lugar a otro tratando de encontrar algún detallito que me inspirara y aún así no encontraba mi musa.
Hasta que un día decidí dejarme sorprender, no buscaría nada, dejaría que todo pasara e iría a ver la simpleza de las cosas. Y fue esa misma noche que lo encontré, encontré a un joven muy bien vestido que se hallaba ayudando a una envejeciente, estaban de espaldas a mí y de inmediato decidí acercarme y verlo todo desde un mejor ángulo, pude percatarme de que el chico traía una máscara puesta que no permitía que su rostro quedara al descubierto, sin embargo se podía apreciar cierta belleza, lo que me emocionó e intrigó más y fue el factor que desencadenó que les platicara. La señora se volteó y me saludó dispuesta a hablar conmigo y cuando volteé para hacer lo mismo con el joven héroe, ya no estaba, se había marchado.
Triste me marché a casa, pero me propuse encontrar de nuevo a este chico para hacerle una pequeña entrevista y conocer más a fondo de él y así hacer mi escrito, mas no lo volví a ver en lo que restaba de la semana. Ya no deseaba escribir sobre más nada que no fuera este héroe y era tan fuerte mi deseo que hasta soñaba con él y en mis sueños descubría quien era. Pero no sabía nada de él sólo lo que la señora me había contado y no era mucho.
El día siguiente me la pasé dando vueltas y haciendo todo tipo de compras a ver si dejaba de pensar en él aunque fuera por un instante y ya caída la noche resolví ir por unos libros a una tienda cerca de casa. Cuando estaba llegando, dos hombres se acercaron y me amenazaron con quitarme la vida si no los obedecía y en lo que yo reaccionaba apareció el enmascarado dándoles un buen susto a los maleantes que los hizo correr despavoridos.
Feliz agradecí a mi héroe por salvarme y le ofrecí una recompensa a la que se negó, le pedí entonces saber quién era y también se negó, así que le pregunté si yo le conocía y me respondió que sí, pero que tanto me esmeraba en buscar las cosas extraordinarias de fuera que no me percataba de lo extraordinario a mi alrededor, la simpleza de las cosas que se viven día a día, y que esa era la manera que había encontrado para hacerme entenderlo.
Y así se fue, dejándome pensando en la profundidad de sus palabras, intentando descubrir quién se hallaba detrás de esa máscara, encontrando por fin mi musa y expresando a través de este papel mi enorme gratitud y curiosidad. Ahora no hago otra cosa que pensar en él que se ha convertido en mi mayor inspiración y espero que vuelva pronto y me revele quién es y por qué llegó a apoderarse de mis actos y pensamientos, y es que ahora él se ha convertido en la razón de todos mis escritos.
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