Te conocí hace varios años, cuando los dos éramos unos chiquillos y practicábamos juntos lo que hoy en día seria tu deporte favorito, definitivamente el tennis era tu pasión. Me acerqué a ti en el último partido del campeonato infantil por tu excelente desempeño y después de esa ocasión no te volví a ver hasta que el destino lo consideró prudente, unos años más tarde.
Como dije nos reencontramos gracias al destino y también gracias a una prima que estudiaba contigo, pero cómo iba yo a saber eso si a penas ustedes iban comenzando la universidad y yo ya la estaba terminando. Y tanto tiempo había pasado desde la última vez que nos vimos que tu ni siquiera te acordabas de mi, no es que yo hubiese cambiado mucho, sino que tienes una pésima memoria.
Conversamos toda la noche, bailamos, cenamos, nos recordamos de los viejos tiempos y cuando llegó el momento de decir adiós en mis ojos se posaron dos enormes lágrimas, ya que no sabía cuando te vería de nuevo y la noche había sido fantástica.
Al día siguiente temprano en la mañana, como era de esperarse, busqué a mi prima para hacerle un pequeño interrogatorio sobre ti y ella aceptó contestar. La primera pregunta fue obviamente si mi amigo tenista (tu) era soltero y la respuesta fue un gran trago amargo al saber que no lo eras, aún así seguí preguntando, pues quería saber qué tantas cosas teníamos en común y si en algún momento podría pasar por tu cabeza mirarme como más que una amiga.
Por todo lo que ella contestó, supuse que en algún momento ocurriría porque teníamos los mismos gustos, más de lo que me imaginaba. Nos pusimos de acuerdo para que tu y yo nos viéramos otra vez, pero todo coincidió con un torneo en Panamá al que tenías que asistir. Te fuiste y me dejaste tu correo y tus números para localizarte.
Al hablar contigo la primera noche después de que ganaras tu primer partido, toqué el tema de tu novia y de cuan feliz debía estar por tu éxito; y para hacerme la mujer más feliz del mundo me dijiste que habían terminado hacía unos seis meses aproximadamente; lo que me hizo dudar de la gran relación ‘‘cercana’’ que tenían tu y mi prima.
Como recordarás, ganaste el campeonato y durante ese transcurso nos volvimos mucho más que unos simples amigos y desde que regresaste con tu compañía me hacías sentir como una quinceañera. Bromeabas todo el tiempo con respecto a mi edad, decías que yo podría ser tu madre aunque sólo te llevara cuatro años y que jamás saldrías con un vejestorio como yo, pero al yo mencionar que tú que eras un niño, te molestabas y decías que me probarías lo contrario.
En fin, solo quería recordarte como comenzó todo y que eso fue lo que me enamoró de ti, tu humildad, tu sencillez, tu pasión por lo que haces, tu alegría, me enamoraste por quien eres; y quién diría que hoy tendríamos ya dos hermosos hijos y estaríamos cumpliendo siete años de casados. Por tu pasión yo te encontré y encontré al amor de mi vida que eres tú.
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