Todo comenzó un día de verano en la librería ‘‘Sky’’, (estaba a tan solo dos esquinas de casa y era un lugar a donde me encantaba ir) estaba sentada allí y me escabullí dentro del mágico mundo de ‘‘Mi amigo es un fantasma’’, libro que adoraba y había leído al menos unas seis veces. Me encantaba la forma en la que el escritor narraba las vivencias desde el punto de vista del fantasma y de cómo sólo algunas personas podían verlos; decía que algunos por ser elegidos y otros por haber enfrentado a la muerte y salir victoriosos.
Leí los primeros siete capítulos y luego pasé a tomar un delicioso café acompañado de una rica tarta de manzana. Decidí observar a los demás entusiastas lectores, algunos jóvenes, otros no tanto, algunos silenciosos y otros bastante ruidosos, pero todos allí con el mismo fin, disfrutar de la compañía de nuestros amigos de los cuentos y ser parte de todas sus aventuras. Cuando terminé mi refrigerio quise volver a mi asiento, me paré y en ese mismo instante sentí como una mano cálida y grande se posaba en mi hombro, sin embargo al voltearme sólo encontré a dos niños pequeños jugando a armar un rompecabezas en el piso.
Llegué a mi lugar y continué leyendo , leí al menos unos cinco capítulos más e hice una pausa inesperada, una joven se me acercó y me preguntó qué leía y que me parecía, le dije que esa era la séptima vez que lo leía y que lo amaba; al ella marcharse pude ver entrar a la librería a un muchacho que jamás había visto, era muy guapo, alto, esbelto, con ojos café y pelo muy negro, era como ver al protagonista de una novela romántica. Entró a la sección infantil y ahí desapareció. Minutos después cuando terminé el libro, exploré un poco para ver si encontraba al chico, pero al parecer ya se había ido, lo que lamenté.
En el camino a casa creí varias veces escuchar mi nombre, sin embargo al voltearme veía la calle desierta, pensé que el hambre y el haber leído otra vez el libro me estaban provocando efectos secundarios. Llegué a casa y me propuse hacer tareas, pero por algún extraño motivo no lograba concentrarme, comí, intenté tomar una siesta, hice ejercicio y aún así no podía concentrarme, eso mezclado con que también por alguna rara razón me sentía observada a pesar de que me hallaba sola en casa, algunas veces antes me habia ocurrido, pero no durante tanto tiempo.
Al día siguiente decidí llevarme todas mis tareas a la librería, así el sentirme observada tomaría quizás algo más de sentido. Estuve toda la tarde allá y justo a la misma hora del dia anterior el chico apuesto volvió a aparecer y caminó de nuevo a la sección infantil. Me moví un poco y lo vi charlando con un pequeño que leía ‘‘Mobydick’’, el niño parecía muy a gusto hablando con el joven así que presumí que se conocían de antes.
Volví a mi lugar que era parecido a un pequeño cubículo y otra vez sentí esa cálida mano, pero esta vez sí hubo alguien a quien ver, era él, el joven apuesto; se presentó y dijo que se llamaba Nicolás. Me preguntó varias cosas a las que contesté medio boba por su encanto y quedamos de vernos a esa misma hora todos los días para enseñarle algunos buenos libros, ya que era nuevo por aquí, y luego de dicho esto, se marchó.
Y así fue durante dos encantadoras semanas, nos veíamos a diario en mi pequeño y acogedor cubículo. Nos conocimos un poco en ese tiempo y ahi fue que supe que él no era como los demás, Nic tenía algo especial que me intrigaba bastante.
Luego un lunes por la tarde quise conocer a Mateo (el niño amigo de Nicolas) fui a leerle historias como ''Caperucita roja'', ''Los 3 cerditos'', ''El hombre de jenjibre'' y otros más y cuando le dije que era amiga de Nic el niño se quedó estupefacto y me preguntó si yo podía verlo, supuse que él solo estaba jugando conmigo, pero noté cierta seriedad y curiosidad en su mirada lo que no es muy normal en un niño tan pequeño y le confesé que si, él un poco confundido y sorprendido a la vez me contó que ninguno de sus amigos había podido ver a Nicolás nunca y que por eso siempre se burlaban de él. Yo intenté conservar la calma y asumir que todo era parte de una gran broma de mal gusto, sin embargo cuando Nicolás llegó, le pregunté a tres personas si habían visto a alguien entrando y lo negaron, dijeron que nadie con tales características habia pasado por allá.
Me asusté bastante y luego recordé varios capítulos a la vez de mi tan amado libro, los cuales explicaban varias cosas acerca de fantasmas y de cómo manejarse con ellos. Decía también que si uno de ellos hacía un contacto con una persona era por dos cosas: 1 era uno de los elegidos y 2 podía ayudarlo a resolver sus asuntos pendientes. Como una persona totalmente ausente de cordura me acerqué a él y le pregunté si lo que Mateo habia dicho era cierto y que de ser asi por qué se hallaba en estado fantasmal.
Nicolás me contó que justo antes de morir procuraba pedirle matrimonio a su novia, pero que al no haberlo hecho había quedado en ese estado y hasta que alguien no le comentara a Lía (así se llamaba su novia) lo que Nic había tenido en planes, estaría vagando en este mundo. Dijo que yo podía ayudarlo, pero cómo si ni siquiera lo conocía en vida.
Yo tenía que encontrar a Lía y contarle todo para dejar de sentirme como una persona poco normal al hablar con un fantasma, porque me encantaba leer sobre ellos porque los veia como algo totalmente imposible y que me estuviese pasando me hacia sentir muy extraña. Pasé varias semanas buscándola y no la encontraba, porque su apellido era demasiado común, hasta que por fin una amiga suya me dijo que ella estaba viviendo en Lansing, Michigan, lo que resultaba perfecto para mí porque vivía en Ann Arbor, así que no tenía que ir muy lejos y podía acabar pronto con el tormento de Nic y mi situación tan bizarra, bizarra porque cuando conocí a Nic creí haberme enamorado, pero al saber su ''estado físico'' y que aun amaba a Lia complicaba todo un poco más.
La encontré ese mismo día en el jardín de su casa y desde que mencioné el nombre de Nicolás me invitó a pasar a la sala, me dijo que le resultaba extraño no haberme conocido antes, ya que estuvo siete años con Nic. Por esto tuve que decirle que nos habíamos conocido en su último viaje justo antes de morir y pues le dije todo lo que él me habia pedido. Al final de la tarde ya estaba de camino a casa feliz de haber ayudado a Nic a completar su asunto pendiente, pero para mi sorpresa lo primero que vi cuando llegué a casa fue a Nicolás sentado en mi sala y no parecía muy feliz ni tenía cara de que iba a ir a donde le correspondía.
Repasamos todas y cada una de las cosas que le había dicho a Lía y lo que ella me había contestado y parecía concordar y estar bien, sin embargo Nic aún seguía en mi casa. Aproveché para preguntar si lo que decía el libro ‘‘Mi amigo es un fantasma’’ era real y él contestó que no sólo era real, sino que probablemente había sido dictado por un fantasma y que algún ‘‘elegido’’ lo había puesto en circulación, ya que los hechos ahí narrados eran demasiado reales como para ser burdas suposiciones.
Nic pasó toda la noche pensando en qué pudo salir mal y si habia algo que había faltado y en la mañana decidió hacerme una visita temprana que casi acaba con mi vida del susto, fue a decirme que se recordó que le había comprado un anillo a su amada y que éste lo llevaba en el bolsillo izquierdo del pantalón el día en que murió, que probablemente aún estaría allí.
Como comprenderás aquí es ilegal sabotear una tumba para buscar un anillo que debía entregarle a alguien porque un fantasma me lo había pedido. Así que meses después me las tuve que ingeniar junto con Lía (que no comprendía ninguno de mis actos sin sentido) para lograr que le hicieran una autopsia al cuerpo de Nic que llevaba cuatro meses allí y verificar que había muerto por cáncer y no porque alguien lo envenenó o algo por el estilo. Cuando subieron el cuerpo mientras Lía distraía al muchacho que estaba con nosotras rápidamente metí mi mano en el bolsillo de Nic y sorpresivamente el anillo estaba ahí. Esperamos juntas los resultados unas cuantas horas y supimos que Nicolás murió antes de tiempo por haberse equivocado tomando un medicamento equivocado, él hubiese podido vivir al menos diez años más, suficientes como para tener al menos dos hijos como ambos deseaban.
Lía estaba desecha y muy abatida por eso, cuando llegamos a su casa varias horas más tarde, vi por el espejo como Nicolás se colaba detrás de nosotras para entrar a la casa. Sabíamos que ese era el día y que ya sería el fin de nuestra corta pero significativa amistad. Lia y yo nos sentamos, charlamos un buen rato sobre cómo hubiera sido todo si él no se hubiera ido antes de tiempo y justo cuando el reloj marcó las 11:11pm le entregué el anillo a Lía y salí de la casa esperando que por fin el tan anhelado deseo de Nic se volviera realidad.
Vi como Nicolás me siguió e intentó dirigirme unas palabras, pero al abrir su boca comenzó a desvanecerse poco a poco. Era como si su esencia se volviera miles de partículas de polvo que se unian a la hermosa noche estrellada, lentamente Nic fue desapareciendo de mi vista y ahí dije adiós a un tiempo inolvidable de mi vida y a un amigo que recordaré por siempre.
Quién diría que yo viviría para conocer a un fantasma, un fantasma que antes de fue una excelente persona que amó su vida y cuidó de los suyos. Él me enseñó muchas cosas y una de ellas fue disfrutar todo lo que tengo y lo que soy y dejar ir lo que no fue y lo que no tuve, que debo evitar las peleas innecesarias, debo ser más humilde, sumisa y dispuesta. Siempre que pueda debo ayudar a los demás y que aunque en el primer intento sola no logre lo que quiero, quizás en el segundo con una mano amiga si lo haga, aunque esa mano quizás sólo yo pueda verla.
Quién diría que yo viviría para conocer a un fantasma, un fantasma que antes de fue una excelente persona que amó su vida y cuidó de los suyos. Él me enseñó muchas cosas y una de ellas fue disfrutar todo lo que tengo y lo que soy y dejar ir lo que no fue y lo que no tuve, que debo evitar las peleas innecesarias, debo ser más humilde, sumisa y dispuesta. Siempre que pueda debo ayudar a los demás y que aunque en el primer intento sola no logre lo que quiero, quizás en el segundo con una mano amiga si lo haga, aunque esa mano quizás sólo yo pueda verla.
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